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Mueran los sentimientos, vivan las emociones

Mueran los sentimientos, vivan las emociones

En una sociedad idealista, individualista y consumista, los sentimientos tienden a eclipsar a las emociones. Nuestras experiencias protagonizan la vida más que nuestras acciones.

La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz.EFE/ J.L.Cereijido

En psicología distinguimos entre sentimientos y emociones. Lo cual es complicado, porque ambos términos se refieren a los mismos fenómenos, pero lo hacen desde dos puntos de vista muy diferentes. Sentimientos y emociones son la cara y la cruz de una misma moneda. Es lo mismo, pero no es igual. Ayer en la calle, de pronto, sin causa alguna, un perro comenzó a correr hacia mí ladrando de forma furiosa. Sentí miedo. Si me refiero al miedo como un malestar eléctrico en el pecho, una sensación de angustia y urgencia… si me refiero al miedo como una experiencia, entonces el miedo es un sentimiento. Pero si me refiero al miedo como lo que me impulsó a cruzar la calle rápidamente sorteando coches con particular destreza… si me refiero al miedo como una motivación para la acción, entonces el miedo es una emoción.

Los sentimientos nos estimulan. Las emociones nos mueven. Los sentimientos van de fuera hacia dentro. Las emociones van de dentro hacia afuera. Obviamente, no se entienden los unos sin las otras. Y viceversa. Eso que llamamos “la experiencia del miedo” no es más que el conjunto de sensaciones que produce un cuerpo que se está preparando para atacar o para huir. Y lo rápido que corremos cuando huímos de un peligro sólo es posible si hemos tenido el sentimiento de miedo. Si todo va bien, sentimientos y emociones son inseparables. Pero en una sociedad idealista, individualista y consumista, los sentimientos tienden a eclipsar a las emociones. Nuestras experiencias protagonizan la vida más que nuestras acciones. La gente dice que siente cosas pero, sorprendentemente, no hace nada.

Perdónenme estos dos párrafos coñazo. Eran necesarios para llegar a Yolanda Díaz. Y a Emiliano García-Page. Y al propio Pedro Sánchez. Pero centrémonos en la militante de base de Sumar: Yolanda Díaz ha declarado varias veces esta semana sentirse profundamente enfadada por las revelaciones que están saliendo a la luz sobre el partido con el que comparte mesa en el Gobierno de España. Su rostro, mientras se expresa, muestra una crispación coherente con sus palabras. Lo mismo ocurre con su tono de voz. Está enfadada con el PSOE, muy enfadada, tan, pero tan tan, enfadada, que no va a hacer absolutamente nada. Y lo manifiesta con total firmeza: no va a hacer absolutamente nada de forma tajante, sin medias tintas. Nada de tibiezas ni ambages. Buena es ella cuando se enfada.

Estamos ante un sentimiento sin emoción. Ante un conductor que aprieta a fondo el acelerador de un coche aparcado contra un muro. Al coche se le gastan las llantas, y hay quien dice que a las personas nos salen úlceras, nos sube la tensión y perdemos sensibilidad a la insulina. Es malísimo para el cortisol eso de sentir y no actuar. Yolanda no ha sido la única: terminamos la semana de mayor expresión sentimental de estos últimos años, un duelo colectivo plañidero de muchísimo ruido y poquísimas nueces. Pero, tranquilos, el Comité Federal del PSOE lo ha resuelto a base de mindfulness: los delegados han dejado aflorar sus sentimientos, los han aceptado con desapego y han votado para que todo siga igual. Speaking words of wisdom: let it be. ¿Para qué tener emociones pudiendo tener sentimientos?

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MOSTRAR BIOGRAFíA

Licenciado en Filosofía y doctor en Psicología. Es profesor titular de Psicología Clínica de la Universidad de Oviedo desde antes de que nacieran sus alumnos actuales, lo que le causa mucho desasosiego. Durante las últimas décadas ha publicado varias docenas de artículos científicos en revistas nacionales e internacionales sobre psicología, siendo sus temas más trabajados la conformación del yo en la ciudad actual y la dinámica de las emociones desde una perspectiva contextualista. Bajo la firma de Antonio Rico, ha publicado varios miles de columnas de crítica sobre televisión, cine, música y cosas así en los periódicos del grupo Prensa Ibérica, en publicaciones de 'El Terrat' y en la revista 'Mongolia'.