El sistema represivo de la República Islámica se enfrenta al daño militar y al programa nuclear, al lastre de las sanciones y al cansancio popular. También al golpe a su credibilidad y liderazgo. Hablan de victoria, pero también ha habido humillación.
El hombre fuerte de Irán, en lo político y lo religioso, sobrevive al ataque de Israel y EEUU pero debilitado. Ha caído su cúpula militar y su programa nuclear ha sido dañado. A sus 86 años, no hay sucesor claro y crece el riesgo de protestas internas.
Señala a supuestos colaboradores con la Inteligencia enemiga, con el Mossad, pero grupos locales de derechos humanos temen que se esté usando esta crisis para acelerar la arraigada práctica de extraer confesiones forzadas y de juicios injustos.
El líder supremo de Irán ha manifestado dos "felicitaciones", una por la "victoria" contra Israel y otra por haber ganado a EEUU, quien, en su opinión, "no logró nada significativo".
Entre denuncias de violaciones de alto el fuego y gritos del presidente de EEUU han transcurrido las primeras horas del armisticio, finalmente confirmado. Quedan las dudas de si el programa nuclear iraní sigue vivo o si Jamenei resistirá, por ejemplo.
Trump ha lanzado su piedra y ahora toca ver qué hará Jamenei. Los ayatolás amenazan con "daños irreparables" y, de momento, esta tarde ya han golpeado en la gran base de EEUU en Qatar. Puede haber también atentados y hasta ciberguerra.
Reza Pahlavi, hijo del último sah, pide levantarse contra los ayatolás, juzgar a Jamenei y se propone como líder para el proceso de transición democrática en Irán.
Los dos mayores antagonistas de Oriente Medio se han enzarzado en un cruce de ataques sin precedentes, con el programa nuclear de los ayatolás y la propia caída de su régimen por diana. La implicación de EEUU, posible, dispara las alarmas.
Teherán asegura que sus instalaciones nucleares siguen "en buen estado" y anuncia que han logrado derribar otro caza israelí F-35, el quinto, además de un dron. El OIEA confirma el golpe de las IDF a las plantas centrifugadoras de enriquecimiento de uranio.
Israel deja la puerta abierta a ir a por Jamenei, más allá del fin del programa nuclear o el freno a su "plan de exterminio". "Haremos lo que tengamos que hacer", dice el primer ministro. Estas serían las posibles consecuencias y los escenarios.
La Administración estadounidense no quiere oír hablar de "perseguir a líderes políticos", según informa Reuters citando a funcionarios de la Casa Blanca.
Teherán denuncia 90 muertos (20 de ellos niños) y 320 heridos, además de ataques contra estructuras energéticas. Netanyahu advierte de que esto "no es nada comparado con lo que les espera" y las autoridades iraníes aseguran que "la respuesta contra Israel será más dura". Todo ello en un escenario que adquiere unos tintes bélicos como nunca antes en la región.
Irán ha respondido, con horas de dilación, a la ofensiva iniciada por Tel Aviv contra la industria nuclear y las infraestructuras críticas iraníes. Decenas de misiles sobrevuelan el cielo hebreo y al menos uno ha impactado en la capital. El líder supremo clama la aniquilación del enemigo "sionista"
Tel Aviv lo justifica en que "hoy, Irán está más cerca que nunca de obtener un arma nuclear", lo que "representa una amenaza existencial para Israel y el mundo en general". Los ayatolás prometen represalias, en plenas negociaciones con EEUU.
Su líder supremo, Jamenei, sostiene que el texto "contradice la creencia de nuestra nación en la autosuficiencia y en el principio de ‘podemos’". Un jarro de agua fría a las publicaciones que afirmaban que podría haber acuerdo este mismo miércoles.
El republicano, que rompió en 2018 el pacto mundial que controlaba los avances atómicos de Teherán, ahora se da dos mese para reeditar el acuerdo. Cambian las condiciones y el contexto. Si no le gusta lo que ve, amenaza con bombardeos.
Se la juegan el pragmático conservador Mohamad Baqer Qalibaf, el ultraconservador Saeed Jalili y el reformista Masoud Pezeshkian. Quieren suceder al presidente Ebrahim Raisí, quien murió en un accidente en mayo.