Una técnica en nutrición: estos son los errores que cometemos en las cenas veraniegas sin querer
Esta experta señala pautas para evitar, con el cambio de hábitos de alimentación, la pesadez, hinchazón, culpa o cansancio.

El verano cambia muchas cosas: el ritmo, la luz, el apetito, las rutinas... y también la forma en la que cenamos, recuerda la técnica superior en Nutrición y Dietética Ana Luzón. Y , en concreto, las cenas veraniegas tienen algo especia, llegan más tarde, se alargan más, se comparten más, se improvisan más, resalta esta experto. Y aunque esto puede ser muy placentero, también puede desconectarnos de nuestras señales corporales y hacernos sentir pesadez, hinchazón, culpa o cansancio al día siguiente.
"No se trata de eliminar ese disfrute, sino de aprender a sostenerlo sin que nos pase factura", dice Luzón. ¿Qué nos suele pasar, entonces, en verano con las cenas? Luzón responde hablando de varias pautas típicas y consejos para cada caso.
En primer lugar, cenamos mucho más tarde. "Las cenas se retrasan —especialmente en España—, y el cuerpo llega con más fatiga y hambre acumulada, lo que puede hacer que elijamos alimentos más rápidos o en mayor cantidad de lo necesario", señala esta técnica en dietética.
Además, en estas cenas activamos el modo “estoy de vacaciones”, añade Luzón. Y lo explica: "Incluso aunque no lo estemos formalmente, el verano activa un permiso mental del tipo: 'me lo merezco', 'ya me cuidaré en septiembre'. Esta forma de pensar tiene más que ver con la cultura de dieta y la presión estética que con el autocuidado real. No es el helado, la cerveza o la pizza el problema, sino el 'todo o nada' que lleva a comer por inercia, sin disfrute, para luego volver al control", advierte.
Una tercera cosa que nos pasa es que comemos más fuera de casa y con otras personas. "Los ritmos sociales, las cenas en terraza, las tapas, los picoteos... todo eso puede alejarnos del registro interno de hambre y saciedad", afirma esta especialista. "Cuando estamos muy hacia fuera, dejamos de escucharnos hacia dentro".
En cuanto a las claves que nos da Ana Luzón para disfrutar del verano sin extremos ni restricciones, la primer es "mantener cierta estructura durante el día": "No se trata de controlar, sino de llegar a la cena con menos urgencia. Saltarte comidas o picar desordenadamente hace que la cena se convierta en un atracón encubierto".
La segunda pauta es "bajar el volumen externo para escuchar lo interno": Haz pequeñas pausas antes de pedir o servirte: ¿Tengo hambre real? ¿Me apetece esto? ¿Quiero algo más ligero o más reconfortante? A veces basta con hacer consciente el momento, sin cambiar nada más".
En tercer lugar nos aconseja que "elijamos desde el placer, no desde el castigo", es decir,"no tienes que compensar nada ni hacer cenas 'limpias' para equilibrar el día", afirma. "Pregúntate qué te sienta bien para descansar mejor, digerir sin molestias y sentirte cuidada por ti". Y en cuarto lugar nos aconseja "disfruta del verano sin la voz de la dieta".
"Puedes cenar pizza, tapas o un helado sin que eso anule tu autocuidado. Lo importante es que no vivas en modo todo o nada. Ni prohibición ni descontrol: elección con presencia", concluye esta experta.