Un estadounidense se une al ejército de Rusia para "ganarse el respeto" y se lleva la gran sorpresa al ver su puesto
Derek Huffman dejó Texas para mudarse con su familia a Rusia, alistarse en el ejército y vivir según los “valores tradicionales”. Pero nada salió como esperaba.

Derek Huffman lo tenía todo pensado. A sus 46 años, como padre de tres hijos y harto de la "decadencia" moral de Estados Unidos, decidió mudarse a Rusia en busca de lo que él llama “valores tradicionales”. Su plan estaba claro: establecerse en el país con su familia, conseguir la ciudadanía, gracias al nuevo visado para ultraconservadores occidentales y, de paso, alistarse en el ejército ruso para ganarse el respeto. Sin embargo, se ha topado con una realidad mucho menos amable porque lo han mandado al frente, en Ucrania, tras solo tres semanas de entrenamiento, sin paga y con algunas promesas rotas.
El caso lo ha sacado a la luz Euromaidan Press, que detalla cómo Huffman se apuntó al llamado proyecto American Village, impulsado por el propagandista pro-Putin Tim Kirby. De hecho, su familia documentó en redes sociales todo su proceso de migración a Rusia, con vídeos propagandísticos en los dice cosas como esta: “No quiero que nadie en Rusia diga que no pertenecemos a este país. Si arriesgo mi cuerpo por Rusia, si defiendo este país, nuestro nuevo país, entonces nos habremos ganado nuestro sitio aquí”, declaraba.
Lo habían convencido con promesas: que trabajaría como corresponsal de guerra, luego como mecánico en un batallón de reparación, aprovechando su experiencia como soldador. Nunca le hablaron de combate. Su mujer, DeAnna, ha desmentido esa versión en un mensaje desesperado en redes: “Le dijeron que no iba a entrenar dos semanas, que lo mandaban directo al frente. Pero al final parece que le han dado una semana más de entrenamiento, más cerca de la zona de combate, y luego lo van a desplegar”.
Según ella, su marido “siente que lo están mandando como carne de cañón, y solo puede apoyarse en la fe”. Además, ha denunciado que no han recibido ningún sueldo y que incluso les exigieron una “donación” de 10.000 rublos para comprar su propio equipo. Mientras tanto, DeAnna ha empezado a pedir ayuda a figuras públicas rusas para que lo reubiquen en una función no combatiente.
El visado de “valores compartidos” de Rusia, lanzado en 2024, busca atraer a ciudadanos extranjeros que comparten la agenda ultraconservadora del Kremlin: cristianismo ortodoxo, familia tradicional y rechazo total a los derechos LGTBI o al feminismo. Varios estadounidenses lo han solicitado en busca de lo que consideran una alternativa al “Occidente decadente”. Pero detrás del envoltorio espiritual se esconde otra cosa: carne de cañón barata.
El caso de Huffman no es el único. En abril, Michael Gloss —hijo de un alto cargo de la CIA— murió combatiendo para Rusia en Ucrania. Tenía 21 años y, según los informes, había desarrollado un odio profundo hacia Estados Unidos. Según una investigación conjunta de Mediazona y el servicio ruso de la BBC, ya han muerto al menos 523 extranjeros luchando del lado ruso, muchos de ellos centroasiáticos reclutados en cárceles. También hay muertos confirmados de Nepal, Egipto, Sri Lanka, Estados Unidos… y hasta un millar de norcoreanos.
Mientras tanto, la familia Huffman sigue esperando. Y rezando para que la decisión de “servir a Rusia” no acabe convirtiéndose en una sentencia de muerte.