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¿Puede el viraje de Trump sobre Putin cambiar el curso de la guerra de Ucrania?

¿Puede el viraje de Trump sobre Putin cambiar el curso de la guerra de Ucrania?

El presidente de EEUU ha accedido a enviar más ayuda a Kiev y ha amenazado con aranceles draconianos al Kremlin ni no hay un acuerdo de paz. La pregunta es si su giro es duradero o transitorio y si se traduce en pasos realmente determinantes. 

Donald Trump giña el ojo a Vladimir Putin durante la ceremonia de conmemoración del centenario del fin de la Primera Guerra Mundial, el 11 de noviembre de 2018, en París.Guido Bergmann / Bundesregierung via Getty Images

Donald Trump confiaba en su magnetismo con sus iguales, los machos alfa, para parar los conflictos armados del mundo. El presidente de Estados Unidos, por ejemplo, creía que tratar con su homólogo ruso, Vladimir Putin, sería pan comido. Por eso aquello de prometer una solución en "24 horas" -bravuconada entre bravuconadas- para la invasión de Ucrania. Esta vez, el don le ha fallado. 

Quiere obstinadamente el Nobel de la Paz y Moscú se lo impide, cuando el republicano pensaba, de inicio, que quien más problemas le daría era el ucraniano Volodimir Zelenski, a quien apartó hasta de los primeros contactos. Ahora, el republicano parece estar realmente frustrado por las dilaciones y los palos en las ruedas del Kremlin y por la ferocidad de sus últimos ataques contra objetivos civiles y, por primera vez, vira y decide apuntar a Putin. Parece serio, pero la pregunta es es si su giro es duradero o transitorio y si se traduce, mientras, en pasos realmente determinantes que cambien el curso de la contienda.

Los cambios más notorios en la política rusa de Trump son dos: el desbloqueo de la ayuda militar a Ucrania y la amenaza de aranceles al comercio ruso. En el primer caso, ha revertido una breve pausa en los envíos de armas defensivas a Ucrania, abandonado en gran medida la idea de culpar a ambos bandos por la guerra, por igual. Hasta ahora, desde que llegó al cargo hace seis meses, siempre acompañaba una crítica a Moscú con una a Kiev, como si los dos tuvieran la misma culpa de un conflicto que es una invasión unilateral. Su Administración llegó a bloquear suministros y, también, a apagar las comunicaciones y la inteligencia, generando el caos en el campo de batalla. 

Ahora, EEUU accede al envío, sobre todo de las importantes baterías antiaéreas Patriot de las que se esperan hasta 17 unidades, aunque quien pagará toda la fiesta sean países occidentales amigos de Ucrania: Alemania, Reino Unido, Canadá, Dinamarca, Noruega, Suecia, Países Bajos y Finlandia. Según ha publicado el Washington Post, el cambio de política de Trump sobre Ucrania podría incluir la eliminación de todas las restricciones a Kiev en el uso contra objetivos militares en suelo ruso de misiles estadounidenses ATACMS, capaces de alcanzar objetivos a una distancia de 300 kilómetros. Trump se plantea incluso enviar misiles Tomahawk -con un alcance de al menos 1.600 kilómetros-, lo que multiplicaría de forma dramática las opciones de Kiev de debilitar al enemigo en su propio territorio.

Trump ha indicado este martes por la noche que los Patriot "ya están siendo enviados". "Llegan desde Alemania y son reemplazados por Alemania. En todos los casos, Estados Unidos recibe un pago por ellos en su totalidad", ha explicado.

Soldados del Ejército de Estados Unidos junto a un vehículo Patriot en unos ejercicios militares de la OTAN en Lituania, en 2017.Mindaugas Kulbis /AP

Sin embargo, las declaraciones del magnate del lunes por la noche, acompañado del secretario general de la OTAN, Mark Rutte, fueron voluntariamente opacas, porque no dio detalles de material ni de tiempos exactos, que es la promesa que Kiev desea. Es más: este martes, sus autoridades han agradecido el anuncio, pero también han expresado su miedo a que Rusia adelante su pretendida gran campaña de verano, para aprovechar la ventana que les queda de debilidad de su rival. 

El teniente coronel español en la reserva José García indica que la evolución de la guerra ante este cambio, efectivamente, está en esos detalles que faltan. "Ucrania podrá acceder a una cantidad realmente masiva de equipo militar, tanto para defensa aérea como misiles, municiones…", garantizó Rutte. "Todo dependerá mucho del qué y del cuándo. Por ejemplo, si los Patriot se envían a Ucrania de inmediato, como ha indicado Trump, tendrán un efecto más decisivo", dice el militar, pero la declaración del presidente fue "demasiado poco concreta" y no hay muchas esperanzas de rapidez si se mira cómo está la industria de defensa norteamericana. "A menos que haya una nueva capacidad de producción considerable -dice- probablemente pasarán años hasta que los nuevos Patriot y otros sistemas de armas altamente avanzados salgan de la línea de producción".

A eso se suman más obstáculos, como la "lentitud" del sistema de ventas militares al exterior de EEUU, que necesita pasar por un largo protocolo de permisos, y el hecho de que los interceptores Patriot son excepcionalmente raros en el mercado y muchos se agotaron en el conflicto entre Israel e Irán de junio. Hay una vía para hacerse con ellos -"siempre la hay si hay voluntad", matiza el militar-, pero tiene sus costes: consiste en "cambiar las prioridades de producción y envío, poniendo los portes para Ucrania por delante de otros agendados a otros Estados". Eso, indica, "obviamente no agradará" a los países que tienen ya un compromiso firmado y, diplomacia aparte, puede llevar a "serias desventajas operativas en otras regiones prioritarias" para la defensa de EEUU.

García califica de "importante" el nuevo compromiso de Trump, del que apenas dio una "pincelada de compromiso" en la cumbre de la OTAN de La Haya, el mes pasado, porque entiende que denota "una evolución en el pensamiento" trumpista. "Siempre ha sido extremadamente reacio a poner dinero y medios para Ucrania, porque es algo que está en la base de su política MAGA [Make America Great Again, Hacer Grande a América de nuevo] y apenas ha criticado la invasión rusa, más que en su mismo inicio, por voluntad electoralista, ya que veía de aplaudir la astucia de Putin, y es literal", indica. 

Le llaman la atención detalles como que Trump ahora lance incluso mensajes aplaudiendo la "valentía" de los soldados ucranianos, "sin venir a cuento pero viviendo". Lo hizo el pasado martes y ahora suena a antesala de los anuncios que iba a hacer, a un intento de convencer hasta a los críticos con el apoyo a Kiev de que es necesario, sigue siéndolo y hay que mantenerlo ante un Putin que no sólo no oye, sino que parece estarse riendo del presidente. 

"No es ingenuo"

Sus portavoces repiten esa idea: "No es ingenuo". Si poco después de hablar por teléfono, Putin ordena el mayor ataque con drones sobre Ucrania, "algo de pitorreo hay". Lo dice el americanista Sebastián Moreno, que entiende que de la noche a la mañana no se cambia una política exterior, de ahí que no tenga por seguro que el cambio de Trump sea permanente, pero que entiende la nueva postura porque "estamos en un punto de inflexión": "El presidente de EEUU siempre ha dicho que cree que el de Rusia cree en la paz y estaba preparado para ello, que lo conoce bien y estaba comprometido. Pero la verdad es que los contactos en Turquía han dejado mucho que desear, con posturas maximalistas que van mucho más allá de las cesiones, muchas, con las que EEUU ya estaba transigiendo". Se refiere a la posibilidad de que Rusia se quede con la península de Crimea, anexionada ilegalmente en 2014, más las cuatro regiones ucranianas del este que hoy tiene ocupadas parcialmente. 

"Le gusta la imagen de impredecible que tiene, juega con ella en las declaraciones a la prensa, pero esta vez parece que va más allá, dispuesto a imprimir una presión nueva. Pero cuidado, es Trump, fácilmente podría apostar temporalmente por esta estrategia y luego regresar a un enfoque suave, si lo considera", avisa. 

¿Hasta dónde puede llegar? Nadie lo sabe. Llama la atención la conversación del 4 de julio del norteamericano con Zelenski, desvelada por el Financial Times, en la que le preguntó si podría "golpear" las ciudades rusas de Moscú o San Petersburgo. "Volodímir, ¿puedes atacar Moscú? ¿Puedes atacar San Petersburgo también?", relata el FT sobre las palabras de Trump, a lo que Zelenski respondió que "por supuesto" si les "dan las armas". La estrategia de Trump, de acuerdo con lo publicado en el rotativo británico, pasa por "hacerles sentir el dolor (a los rusos)" y forzar que el Kremlin se siente a la mesa de negociaciones. Ni por asomo dejó traslucir una salida así en su comparecencia ante la prensa de ayer en el Despacho Oval. 

"Volodímir, ¿puedes atacar Moscú? ¿Puedes atacar San Petersburgo también?"

Moreno ve en esos comentarios la muestra del "enfado" de Trump, que ha pasado por distintas fases de "aguante" con Putin. "Ahora dice que no está contento con él, pero no olvidemos que, en paralelo a la guerra, la Casa Blanca quería retomar contactos comerciales con el Kremlin, recomponer sus relaciones, hacer negocio juntos. Todo eso no se ha borrado por lo que pasa en Ucrania, a Trump nunca le ha importando mucho que se pierdan vidas humanas, pero ahora en el seno de su partido le están presionando con eso también, porque están cayendo muchos civiles. No veo un giro definitivo", resume. 

El contexto geopolítico del conflicto ucraniano también ha cambiado en las últimas semanas. Los recientes ataques de Trump contra Irán quizá no hayan "destruido" las instalaciones nucleares de la República Islámica, como él afirma insistente, pero fueron una demostración del poderío militar estadounidense y un éxito para el comandante en jefe que los ordenó. Viene consolidado como el líder más poderoso del mundo, cuyas acciones diarias repercuten en todo el planeta. Si Putin lo torea, lo puede enervar más en este contexto. 

El historiador también hace hincapié en que "algo ha hecho" en este cambio mental la presión ejercida por Europa, a la que Trump ignoró en el inicio de las negociaciones. "Bruselas y sus Veintiseis, porque me dejo fuera queriendo a Hungría, han trabajado mucho por convencer a Trump de que su visión del conflicto era incorrecta, de que no se puede abordar esta guerra con una mentalidad occidental, cuando la expansionista de Putin funciona de otra manera". "Al menos, ha visto que a su manera tampoco logra nada con Putin. A lo mejor necesita este cambio, veamos en qué grado". 

El presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, estrecha su mano con la de su homólogo en EEUU, Donald Trump en la cumbre de la OTAN de La Haya, el mes pasado.Getty

Por el dinero

Lo que sí dijo a la vera de Rutte es que impondrá a Rusia aranceles del 100% si no hay acuerdo de paz con Ucrania en 50 días. El pasado 2 de abril, cuando prometió su Día de la Liberación comercial, Trump no incluyó a Moscú en la numerosa lista de países a los que Washington aplicaría aranceles, porque entendía que con las sanciones internacionales sobre su espalda tenía suficiente. Ahora las cosas cambian pero ¿vendrá eso a hundir la economía rusa? 

La respuesta está en la Bolsa de Moscú, que subió un 2,7% tras conocerse la amenaza de EEUU. Sí, subida. Y es que la Federación lleva meses, desde que Trump ganó las elecciones y aún antes, preparándose para la imposición de tasas por lo que el avance de ayer no agrada, pero casi alivia, porque podría ser más severo y porque viene con una tregua de 50 días, que son muchos para proponer alternativas o negociaciones. Putin es un experto en ganar tiempo, como el propio Trump ha reconocido hablando del proceso negociador con Ucrania. Aún así, es innegable que es un palo y no una zanahoria. 

Aunque tampoco ha dado muchos detalles de este flanco económico, se cree que el golpe puede venir por un pequeño grupo de productos básicos no energéticos, críticos, como fertilizantes, metales y productos químicos, que todavía entran a Estados Unidos desde Rusia. En el primero de los casos, fueron el artículo más importado a Estados Unidos desde Rusia durante la mayor parte de 2024, según Statista. Los metales no ferrosos o metales que no contienen hierro como el paladio y el aluminio, totalizaron 876,5 millones de dólares en importaciones en 2024, y los productos químicos inorgánicos contribuyeron con más de 683 millones a los totales de importaciones de 2024, dice la misma fuente.

Los "aranceles secundarios" propuestos por Trump probablemente ampliarían el impacto de las sanciones estadounidenses al presionar, también, a terceros países, como China y Turquía, para que dejen de comerciar con Rusia. Son sus clientes fundamentales y los que están haciendo, en buena medida, que Putin se mantenga a flote, además de la economía de guerra y las industrias defensivas. 

Justo hay un proyecto de ley de los senadores norteamericanos Lindsey Graham y Richard Blumenthal que busca imponer aranceles de hasta el 500 % a los países que compran petróleo ruso, pero hay que tener "cuidado" con esta estrategia, dice Moreno, porque justo EEUU se encuentra en plena negociación comercial con Pekín y Nueva Delhi. En vista del anuncio de Trump, los conservadores van a retrasar su trámite, a la espera de acontecimientos. De prosperar, el golpe sería más serio del anunciado por el presidente. 

La epifanía de Trump con Putin no es tan grande, por ahora, como para llevarle a imponer más sanciones, que es lo que reclama a gritos Zelenski. No deja de amenazar con ello pero lo cierto es que, desde su llegada, esa baza de presión se ha detenido. El Partido Deḿócrata hasta ha iniciado una investigación para saber qué intereses hay detrás de esa medida, que contraviene el apoyo a Ucrania ante la invasión, que fue una de las líneas maestras de la política exterior de EEUU en estos años. En tiempos de Joe Biden, se impusieron 170 sanciones nuevas como media cada mes. Quizá no lo ha hecho porque aún se fía de Vladimir. Quizá porque quiere sacarle acuerdos, guerra aparte, como parte de su naturaleza transaccional de siempre. Quizá porque es el último as que se guarda en la manga. "Nos han dicho: podemos ayudar. Ahora bien, no sabemos qué significa eso", resumen fuentes ucranianas a Reuters.

Armas y dinero aparte, un gran riesgo de un período de tensión entre la Casa Blanca y el Kremlin sería que Trump y Putin quedaran atrapados en un ciclo de escalada, potencialmente para defender la enorme credibilidad que ambos han invertido en esta relación. Eso es malo para sus países y, sobre todo, para los ucranianos. Hoy por hoy, dice el historiador, "no hay pruebas que sugieran que Trump quiera enfrentarse a Putin", un líder que por sus valores (religión, familia, homosexualidad, nacionalismo) gusta a la derecha de EEUU. Y nada en el comportamiento de Putin sugiere que desee un enfrentamiento con Trump, tampoco. El líder ruso ha usado con frecuencia armas nucleares durante el conflicto de Ucrania, aparentemente para asustar a la población occidental, pero su diana es Europa. 

Fuentes del Kremlin insisten a Reuters que Putin, pese a las presiones, tiene la intención de seguir combatiendo en Ucrania hasta que Occidente acepte sus condiciones de paz, "impasible", y que su plan inmediato es aumentar sus demandas territoriales.

Está por ver hasta dónde llega la caída del caballo del neoyorquino, ahora que ya denuncia en público las "tonterías" de Putin y confiesa su "decepción" con él. Pero también dice que no tira la toalla. Por lo menos parece que ya no tiene al mandatario ruso en su ángulo muerto y que empieza a verlo. A verlo de verdad. 

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MOSTRAR BIOGRAFíA

Licenciada en Periodismo y especialista en Comunicación Institucional y Defensa por la Universidad de Sevilla. Excorresponsal en Jerusalén y exasesora de Prensa en la Secretaría de Estado de Defensa. Autora de 'El viaje andaluz de Robert Capa'. XXIII Premio de la Comunicación Asociación de la Prensa de Sevilla.