Jordi Évole le pregunta a Ricky Rubio si volverá a jugar al baloncesto: su respuesta da que pensar
El base se sincera sobre las luces y sombras de su carrera en una entrevista especial para Lo de Évole: salud mental, la muerte de su madre y la presión que lo acompaña desde que tenía 14 años.

Ricky Rubio ha roto su silencio. Referencia del baloncesto español, apartado de las pistas desde hace meses (más allá de un partido fugaz con el Barça el pasado junio), ha hablado sin rodeos y con la pausa que proporciona el retiro de la competición de alto nivel. Lo ha hecho en una emisión especial de Lo de Évole, este domingo, en La Sexta. Una entrevista grabada, paradójicamente, en el pabellón del Masnou Basquetbol, lugar en el que dio los primeros pasos de una brillante carrera deportiva que lo ha llevado hasta la NBA.
A lo largo de la conversación, Ricky Rubio ha repasado algunos de los episodios clave de su trayectoria, tanto en lo deportivo como en lo personal: la presión de haber debutado con solo 14 años, el desgaste que le ha provocado la fama, la muerte de su madre por un cáncer, el impacto del baloncesto en su vida familiar y los problemas de salud mental que le obligaron a parar. Entre todos esos temas, también ha asomado una de las cuestiones que lo persiguen desde su retirada: su futuro. “Estoy exprimiendo el máximo para saber si puedo”, ha confesado respecto a la posible vuelta, sin atreverse a cerrar ninguna puerta.
“Me gustaría jugar al baloncesto sin todo lo demás y sin ser Ricky Rubio”, ha apuntado en una frase tan reveladora como enigmática, en la que ha dejado claro que la decisión aún no está tomada: “No dejo un titular porque no lo sé ni yo". Pero cuando llegue el instante, solo se pedirá una cosa: estar en paz con lo que decida. "Me gustaría estar contento con la decisión que vaya a tomar, aunque todavía no la haya tomado”. Por ahora, Rubio sí ha elegido una cosa, dar un paso a un lado. "No daré más entrevistas, no quiero ser el foco".
La fama, el personaje y el negocio
Ricky Rubio ha contado cómo la fama lo obligó, desde muy joven, a interpretar un papel. "Era la sensación de YouTube. Me tuve que crear ese personaje, aunque no quisiera”, ha recordado. Su salto a la NBA tampoco suavizó esa presión, sino que la amplificó. “Fui allí a trabajar. En ningún momento me enamoré de sus tradiciones”, ha confesado respecto a su adaptación al baloncesto en Estados Unidos. Con el paso de los años, esa distancia no solo se ha mantenido, sino que ha dado paso a una mirada crítica en cuanto al rumbo que ha tomado el mundo del deporte. "Han convertido la NBA en un negocio. En la Euroliga ya pasa también, están llevando la Final Four a Abu Dabi. Se hace por dinero”.
Pero más allá del negocio y la exposición mediática, hay algo que pesaba más: todo lo que se dejó en el camino. La suya, la de Ricky Rubio, fue una carrera que empezó antes de tiempo. “No tuve adolescencia. No cambiaría lo que viví, pero me hubiera gustado disfrutar más como un adolescente. Prácticamente no tenía fines de semana desde los 14-15 años”, ha explicado, consciente de que el esfuerzo continuado, la rutina, el miedo a no estar siempre a la altura, acabaron por pasarle factura. “Pensaba que en algún momento me iban a quitar los poderes. Te conviertes en un robot”.
Rubio también ha hablado del coste que ha tenido el deporte de alto nivel a nivel familiar. “Vivía desde el sufrimiento”, ha dicho antes de relatar uno de los momentos que más le pesan en su vida: "A los 13 días dejo a mi mujer con mi hijo recién nacido con sus padres, con dos días de vida, porque tengo que jugar al baloncesto. Mirando hacia atrás digo: vaya salvajada”, ha admitido.
Crisis, retiro y duelo
Uno de los momentos más duros de la entrevista ha llegado cuando Rubio ha hablado, sin rodeos, de su salud mental y de pensamientos suicidas. “Un pensamiento muy difícil y no quiero magnificarlo, pero una de las noches en el hotel pensé: yo no quiero seguir con la vida”, ha confesado. Fue solo un instante, ha explicado, pero bastó para encender todas las alarmas. “Sabía que no era yo, que algo tomaba el control de mí mismo”.
Ese punto de inflexión marcó el inicio de su retirada. Suspendió su contrato con los Cleveland Cavaliers y renunció a jugar el Mundial de 2023. “Cuando paro para no ir al Mundial parecía que mi vida no tuviese sentido”, ha reconocido. No se trataba solo de cansancio físico ni de una mala racha: era algo más profundo que necesitaba atender.
La otra gran herida de su historia tiene nombre propio: su madre. Enferma de cáncer desde 2012, falleció en 2016. Rubio ha contado cómo, durante el All-Star, decidió volar a Barcelona para verla. “Veo a mi madre como nunca la había visto”, ha recordado. Durante el vuelo de vuelta, sintió que no debía marcharse. “Pensaba: no tengo que coger este vuelo. ¿Por qué tengo que ir a jugar?”.
Ese presentimiento le permitió llegar a tiempo. Cuando su equipo quedó fuera de los playoffs, volvió a casa y pudo acompañarla durante varias semanas. “Mi padre me dijo: pensaba que no la ibas a volver a ver”. Fue uno de los pocos momentos en los que, como ha dejado entrever, el baloncesto dejó de estar por encima de todo.